QUÉ SUERTE TIENEN LOS CAZADORES (Por Cristina Álvarez Baquerizo, abogada ambientalista)

¡Buenas de nuevo!
La semana pasada ya puse un artículo porque me gustó mucho, pero es que he visto este otro y me ha ENCANTADO. No soy mucho de poner material de otros porque le resta original al blog, pero en ocasiones encuentras cosas tan bien hechas que merecen la pena de divulgar. Hoy quiero compartir con vosotros este espectacular artículo de Cristina Álvarez, una abogada ambientalista, que ha escrito sobre la caza, ese tema tan delicado.. o no que casi siempre levanta ampollas.
En esta ocasión el artículo ha sido escrito en www.efeverde.com y dice lo siguiente:



Que suerte tienen los cazadores. Por Cristina Álvarez Baquerizo, abogada ambientalista

Cristina Álvarez Baquerizo. Abogada ambientalista.-  A lo largo de mi ejercicio profesional he trabajado con  ecologistas o  conservacionistas, y también con cazadores. Y como en los últimos meses existe algo parecido a un debate entre unos y otros, he tenido ocasión de repasar mis opiniones al respecto. Creo que todos coincidiremos en que es imprescindible un entendimiento entre esos sectores. Porque la caza es una actividad que se desarrolla en el medio natural, que precisa de unas especies de fauna, e influye en otras. Su existencia debe ser tenida en cuenta, y debe estar bien regulada.
Eso querría  decir que todos estos sectores debieran sentirse cómodos, y que la actividad de la caza debería  arrojar un balance positivo para todos, lo que no esta ocurriendo hoy.
La razón por la que ese dialogo no esta funcionando es que entre ecologistas o conservacionistas y cazadores, existe un claro desequilibrio a favor de los cazadores, que son, desde mi punto de vista y de lejos, el sector mas afortunado de los que he citado.
Veamos:
Los cazadores mueven muchísimo dinero. Según José Luis Garrido Martín Director General de FEDENCA – en una publicación subvencionada presentada en un foro subvencionado[1]- el dinero generado por la acción de cazar las especies de caza menor  alcanzaría los 741.000.000 €, mientras que el inducido por la caza mayor es de 303.359.650 €. Aquí tenemos una formidable cantidad, que dota a los cazadores de un innegable protagonismo en la economía y el desarrollo rural. Pero, vaya, eso no parece repercutir como debiera en el bienestar común, ya que en realidad, y según la misma fuente  la caza es una actividad con muchas facetas de economía oculta” (sic). La razón de que no se sepa exactamente cuanta economía oculta sobrevive en la caza, es la falta de datos. Podría hacerse una encuesta, claro, como en otros países, pero parece que eso aquí no funcionaria  sino que serian “encuestas que proporcionarían muchos datos estimados y, por tanto, también de fiabilidad limitada (sic). Vamos, que debemos suponer que se dirían mentiras. Se han dedicado muchos esfuerzos a investigar sobre como aflorar el dinero oculto o al menos cuantificarlo, incluso han existido iniciativas parlamentarias como el grupo que en 2003 se ocupó del asunto coordinado por la secretaría técnica del Grupo Parlamentario del Partido Popular, y con la participación muy activa de la Real Federación Española de Caza (RFEC). Pero nada, no aflora. “La mayoría de las partidas son pagadas por los cazadores sin recibir ninguna factura al respecto. Con carácter general, los pagos por cacerías, que es la partida más grande del estudio citado, no disponen de ningún registro contable ni declaración a la hacienda pública” (sic)
En cambio, los grupos conservacionistas mueven bastante menos dinero. Y esos fondos, son exhaustivamente auditados, certificados, publicados, examinados y debatidos. Son tan transparentes que hasta Jara y Sedal puede publicarlos. Si una ONG no actuase de ese modo, (aunque algunas de ellas no aceptan subvenciones o contratos públicos) no recibiría  un euro de ningún ente ni publico ni privado. Ningún ciudadano pagaría cuota alguna. Esa es la primera razón por la que creo que los cazadores tienen mucha suerte y se ahorran mucho papeleo y un pastizal de impuestos que los ecologistas tienen que pagar. Primer desequilibrio.
Los cazadores se apropian de recursos que no son suyos. La verdad, aunque se nos olvida con frecuencia, es que salvo en el caso de las granjas cinegéticas, lo que los cazadores capturan o matan son animales que no les pertenecen. Tampoco nos pertenecen a los demás, ni son comunes. Según el derecho, la fauna silvestre sigue siendo “res nullius”, es decir, no tienen dueño. Pero una vez, por ejemplo, que una finca se ha vallado, para que los venados no se escapen, los propietarios del coto y los cazadores actúan como si esos venados fuesen suyos. Y además, los gestionan, podríamos decir “los cuidan”. Y… ¿a nadie se le mueve un músculo mental pensando esto? Porque si alguien se apropia de un animal, lo alimenta y le facilita la vida para obtener de el un beneficio, ese alguien es un ganadero,  no un cazador. Los cazadores y los dueños de acotados se escabullen de esa acepción y se ahorran la pesadilla burocrática de la legislación ganadera. Un chollo. Ni registros, ni guías, ni condiciones zoosanitarias, ni, por supuesto, bienestar animal. Después de todo, los animales no son suyos. En cambio, los ecologistas trabajan con las poblaciones de fauna silvestre a favor de su recuperación poniendo sus recursos y medios en favor de algo que ven como realmente común, de lo que no tienen la menor intención de apropiarse. Y no se quedan con nada. Segundo desequilibrio.
Los cazadores y la Ley. Según fuentes fiables como las memorias de la Fiscalía Coordinadora de Medio Ambiente y Urbanismo[2], y los Informes anuales del Seprona, los delitos e infracciones ambientales en general disminuyen excepto los cometidos contra la fauna, y dentro de esta, los cometidos por el ejercicio de la caza. La batalla en torno a los métodos ilegales de caza se esta dando en dos planos; por un lado, se están modificando las leyes para tratar de legalizar métodos de caza no selectivos o crueles, mientras que por otra parte se están usando ilegalmente en la practica. Se siguen colocando crecientemente cepos, se sigue empleando el veneno. Últimamente se vuelven a ver disparos contra especies amenazadas. Los ecologistas, sin embargo, se ven obligados a un respeto estricto de la legalidad en todas sus actuaciones. Y además, y muy a su pesar, se ven obligados a actuar muchas veces como asesores gratuitos  de las administraciones publicas (actividad bien diferente al lobby, ya nos gustaría), porque estas, en definitiva cambian cada cuatro años y siempre se están empezando a enterar cuando se van, así que si, los ecologistas, que no cambiamos cada cuatro años, debemos conocer la ley y debemos enseñar a los demás como aplicarla.  Tercer desequilibrio
Yo no se ustedes pero yo diría que un colectivo tan afortunado como el de los cazadores, que maneja dinero en economía  oculta que no tributa, emplea para un uso privativo recursos que no le pertenecen y además incumple la ley con frecuencia, debería mostrarse humilde cuando se refiere a los ciudadanos que directamente o a través de las organizaciones que les representan, expresan sus posiciones sobre el mejor modo de proteger la naturaleza. Mostrarse humilde y debatir con alguna clase de elegancia moral. Estamos muy necesitados de ello, además.

[1] “La Caza, Sector económico” Ponencia presentada en el Foro de la Real Federación Española de Caza sobre “La responsabilidad de los accidentes de tráfico con fauna silvestre” en Madrid, el 6 de junio de 2012
[2] Véase en particular la de 2013

Hasta aquí el artículo. Espero que os haya gustado, si creéis que podéis aportar algo podéis hacerlo en los comentarios.
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